viernes, 8 de febrero de 2013

Evaluar los centros escolares: exigencia y necesidad

Miguel Ángel Santos Guerra. (1992). Aula de Innovación Educativa. [Versión electrónica]. Revista Aula de Innovación
Educativa 6

Evaluar los centros escolares: exigencia y necesidad
Miguel Ángel Santos Guerra

Hay que evaluar los centros escolares
Se está extendiendo una nueva ola pedagógica sobre las estrategias de acción y de cambio en las escuelas. De ella se hace eco el pensamiento oficial, de ella hablan los documentos de los especialistas, sobre ella inciden los cursos de formación...

Me refiero al llamado
paradigma de
la colegialidad. Paradigma que conlleva la ruptura del individualismo, la planificación conjunta, la reflexión compartida, la coordinación intensa, la acción colegiada. El Centro aparece como la unidad funcional de planificación, trabajo, innovación y evaluación. Ahora bien, este nuevo enfoque exige un contexto que permita llevarlo a cabo, unas condiciones de trabajo que faciliten su desarrollo y unas motivaciones que actúen sobre los profesionales para que sus convicciones no se conviertan en una contradicción viva y en una paradoja crispante. Proponer que los centros articulen su vida sobre proyectos compartidos, exigir que la acción tenga coherencia y cohesión, exige tiempo, motivos, estrategias, espacios y dinámicas de participación diferentes a los basados en la acción individualista. No basta un discurso convincente. Es preciso crear condiciones para que sea viable.

En la escuela sólo se hace evaluación del rendimiento del alumnado. El sentido descendente de la evaluación como criterio de contraste, de comprobación, de selección y de control se realiza sobre el estamento más frágil, más desvalido y jerárquicamente mas débil. Una parte del resultado del alumno se debe a factores que no tienen sus raíces en su esfuerzo, en su capacidad o en su motivación. Parte de sus resultados se deben a la naturaleza y contenido de los aprendizajes, a las condiciones, a la intervención del profesor. Pero, en la escuela, sólo se evalúa a los alumnos (Santos Guerra, 1988). El sistema vive de la evaluación que realiza y precisamente encuentra en el fracaso de algunos alumnos la base de su éxito. De su éxito como institución clasificadora.

Resulta evidente que la evaluación institucional es una exigencia que ha de formularse a la escuela desde las instancias democráticas que la albergan (Simons, 1988) y una necesidad que proviene de los interrogantes sobre la calidad de los servicios que presta. La evaluación es una garantía de la calidad (Casanova, 1922). Las instituciones escolares, sin embargo, perviven sin esa exigencia que se pregunta por su éxito. Es más, ni siquiera existe la necesidad de precisar en qué consiste el éxito (Santos Guerra, 1990), ya que la circunscripción del buen resultado a las calificaciones de los alumnos es un planteamiento tan falso como simplista. Los resultados académicos no constituyen el único indicador de la calidad. A veces, lo es de una selección sesgada de los alumnos o de un criterio benevolente en las calificaciones. Aunque no fuera así, habría que preguntarse por muchas otras cosas: Qué se aprende mientras se aprende, qué otras cosas podrían aprenderse, para qué sirve lo que se aprende, cuándo se olvida... El currículum oculto (Torres Santomé, 1991) de las escuelas, los efectos secundarios que en ella se consiguen, los aprendizajes larvados que se instalan en las rutinas, en las
relaciones, en las normas, en los escenarios... son objeto de una evaluación rica y enriquecedora.

Tres caminos hacia la evaluación del centro
Un sendero descendente
La evaluación del Centro puede llegar por tres sendas diferentes. Una de carácter descendente, que proviene de la decisión de agentes externos (responsables políticos, inspecciones técnicas, instancias sociales...). El uso de bienes públicos debe llevar aparejada la exigencia de su buena utilización, lo cual requiere no solamente la pregunta por el gasto del dinero en las correspondientes partidas, sino la eficacia de ese gasto en la consecución de lo que se pretendía. Y otras preguntas relativas a valores sociales: si esos destinatarios son los realmente más necesitados de esos bienes, si esas pretensiones son precisamente las más justas, si esos resultados son satisfactorios dados los medios empleados.

Esta evaluación se ha realizado algunas veces en las escuelas, con escaso rigor y con dudosa eficacia. En primer lugar, porque se ha hecho a través de instrumentos poco sensibles a la complejidad de los fenómenos que se pretendía evaluar.

En segundo lugar, porque no ha contado con la opinión de todos los estamentos participantes. En tercer lugar porque los resultados de esa evaluación no se han utilizado para conseguir una mejora.
Al ser una evaluación impuesta, los centros han permanecido de espaldas a ella. Sencillamente, la han padecido, la han soportado. No se han sentido partícipes de ella. Sobre todo cuando, después de un tiempo, ni siquiera han tenido noticias de los resultados. La evaluación ha sido un añadido, un elemento externo, ajeno a la vida del Centro, desconectado de su dinámica interna. No se han percibido los efectos de la evaluación en la mejora de las estructuras, en la facilitación de medios, en la mejora de las condiciones de trabajo, en la potenciación de las estrategias de formación del profesorado... A lo sumo, ha constituido un apoyo para exigir algo a algunos profesores. Aunque necesaria socialmente, no se ha realizado de una manera que facilite su auténtica finalidad de análisis, comprensión y ayuda para la mejora de la calidad.

Un sendero ascendente
El Centro, por su propia iniciativa, puede poner en marcha procesos de autoevaluación institucional (Martín, 1988). Cuando no existen iniciativas externas, cuando no es fácil disponer de evaluadores ajenos o cuando no se cuenta con medios para poder contratarlos, se pueden poner en marcha procesos de autoreflexión. Los protagonistas tienen en sus manos las claves del significado de lo que sucede en la escuela.

La reflexión informal que se realiza casi incesantemente, puede adquirir sistematización, rigor y formalización a través de los informes. La canalización de la opinión y la búsqueda de referencias extraídas de la realidad, permiten articular un debate consistente sobre la calidad del trabajo en la institución escolar. Todos evalúan el Centro, de una manera informal.

Los padres y madres valoran los resultados, la disciplina, la satisfacción de sus hijos en la escuela. Los profesores emiten opiniones acerca de la organización, del conocimiento y del papel de la escuela en la sociedad. Los alumnos comentan entre sí qué es lo que sienten y piensan respecto a lo que hacen en la escuela. Pues bien, la autoevaluación eleva estas opiniones a un plano distinto: las hace más rigurosas, más colegiadas y más aprovechables.
"Las condiciones críticas para el éxito en la autoevaluación, comparada con la evaluación por parte de inspectores o
consejeros, son la confidencialidad garantizada, la oportunidad de formar una relación de confianza con un igual y, dentro del clima creado por estas dos condiciones, un intercambio honrado."
(Mortimore, 1986).
No resulta fructífera la obligación de hacer esta tarea autorreflexiva por mandato externo. La llamada Memoria de Centro, que debe presentarse al finalizar el curso, tiene un marcado carácter burocrático y es considerada un trámite exigido por la Administración al profesorado. El sendero que se obliga a recorrer por decreto acaba convirtiéndose en un laberinto.

Un sendero en espiral
El que proponemos como camino más deseable, es el que combina la iniciativa interna del Centro con la ayuda de
evaluadores externos. Los facilitadores externos gozan de mayor independencia al estar menos implicados en la acción. No son ellos los que han de emitir el juicio sobre la calidad del funcionamiento del Centro. No sustituyen a los protagonistas de la acción en su valoración y análisis de la misma. No son ellos los que van a conseguir una mejora de las prácticas, de las actitudes y de los discursos de los profesionales. Sencillamente, les ayudan a realizar el análisis en mejores condiciones.

Esta evaluación, que tiene su origen en la decisión de la comunidad educativa tiene muy fáciles, casi inevitables conexiones con la comprensión y la mejora. La evaluación es una concreción de la profesionalidad. Si existe un deseo de poner en marcha la evaluación es porque existe una preocupación por la actividad del Centro, por la calidad de su trabajo, por sus estrategias de mejora. ha pretensión de la evaluación se arraiga en una pregunta muy sencilla: ¿Cómo podemos mejorar lo que estamos haciendo?

Lo pueden conseguir solos, ciertamente. Pero existen peligros en la autoevaluación que corrige la evaluación externa, entendida como un modo de facilitar la comprensión de los protagonistas. Un peligro está en el fuerte compromiso de los participantes, que podría llevarles a calificar de bueno en la evaluación aquello que consideran previamente bueno. Otro peligro es el inconsciente deseo de confirmar las teorías previas, desde el que se haría hablar a la realidad para que subrayase las creencias y las cuestiones apriorísticas de los profesionales. Otro, no menor aunque de diferente tipo, es la escasez de tiempo de profesorado y alumnado.
La comisión de evaluación puede estar formada por un equipo integrado por expertos, ajenos al centro, que garanticen la imparcialidad y la perspectiva independiente y por miembros del propio Centro.

La evaluación: dialogo, comprensión y mejora
La evaluación de los centros es un proceso de análisis que se apoya en el diálogo. Un diálogo entre los participantes, entre éstos y los evaluadores y entre los evaluadores y la sociedad. El diálogo presupone que no todos tienen el mismo juicio sobre el funcionamiento, sobre la calidad y sobre lo que se pretende y se consigue en el Centro. El diálogo se articula sobre actitudes de respeto y opiniones frecuentemente discrepantes. La evaluación se convierte así en una plataforma de participación que compromete a los protagonistas en la acción del Centro y a toda la sociedad, interesada en los procesos de educación que tienen lugar en las escuelas.
"Gracias al debate siempre es posible hacer progresos en lo que se refiere a crear una comprensión mutua de los conceptos éticos y sus interrelaciones dentro de un ideal de la buena vida. Pero la naturaleza esencialmente indefinible de "lo bueno" significa que jamás es posible erradicar por completo la divergencia de comprensión",
dice John Elliott (1986).
La evaluación es un fenómeno de sión. La comprensión exige una lectura atenta e inteligente de la realidad. Y unos códigos que desvelen el significado. Para llegar al núcleo del significado hace falta penetrar en las capas más profundas de la realidad ya que éste no se encuentra en la superficie de las cosas. La comprensión se hace desde unas perspectivas determinadas de comprensión. Perspectivas que tienen que ver con los valores. Tanto los procesos como los resultados han de ser interpretados a través del prisma de los valores.

Diálogo y comprensión están encaminados a la mejora de la realidad educativa del Centro. No se evalúa por evaluar. No se evalúa para producir conocimiento sobre las escuelas. La evaluación tiene conexiones con el cambio y la mejora. No es fácil definir el concepto de mejora, ya que tiene que ver con la esencia del proceso educativo. El aumento de las calificaciones, por sí mismo, no es identificable con la mejora. Es preciso comprobar la naturaleza de los contenidos de aprendizaje, los procesos evaluadores que asignan la calificación y, sobre todo, analizar qué características tiene el proceso de enseñanza y aprendizaje, con todo lo que este proceso conlleva de aprendizajes implícitos y de efectos secundarios. En cualquier caso, la evaluación nos permitiría acercarnos con mayor precisión a un concepto más afinado y democrático de mejora.

La evaluación del Centro tiene mucho que ver con el perfeccionamiento de los profesores. Porque la evaluación permitirá a los profesionales conocer críticamente el alcance educativo de su acción. Y desde esa comprensión surgirá un perfeccionamiento ajustado a la situación y fácilmente dirigible al cambio y a la transformación.
Las conexiones de la evaluación con la mejora del Centro han de ser estudiadas con sumo cuidado. Para entender por qué vías se pueden establecer. Y para que se hagan efectivas esas. vías en la práctica. Los efectos benefactores de la evaluación pueden ser anulados con facilidad:

1. Descalificando el proceso mismo de evaluación como poco científico o poco significativo.
2. Atribuyendo los resultados de la evaluación a diversas causas que eximen de tenerlos en cuenta.
3. Manipulando las conclusiones que puedan extraerse del proceso de evaluación.
Hay quien se opone a que se realicen evaluaciones institucionales. Los argumentos pueden ser de muy diversa naturaleza.
Algunos hay que tenerlos en cuenta, porque la evaluación no está exenta de problemas ni de contraindicaciones. Rod McDonald y Ernest Roe dicen que estos objetores
"Señalan el temor que los evaluadores no sean competentes o considerados, o que utilicen un criterio equivocado, o que las revisiones cuesten dinero y no sirvan para ningún propósito útil e, incluso, que puedan hacer daño. Las asociaciones del profesorado
(se refieren los autores a Australia) también están preocupadas porque podrían utilizarse las evaluaciones para empeorar la situación de los docentes..." (McDonald y Roe, 1991.)
El hecho de que existan estos riesgos no ha de impedir que se pongan en marcha evaluaciones, sino que se tenga sumo cuidado para hacerlas provechosas.
Diálogo, comprensión y mejora no son tres fases diacrónicamente consecutivas en el marco de la evaluación, sino que interactúan de diversos modos. Mientras se dialoga, se comprende; al comprender, se mejora; la mejoría es conseguir un mayor nivel de diálogo.

Las características de la evaluación
Un problema con el que frecuentemente tropezamos cuando hablamos y escribimos sobre evaluación es la polisemia del término. De la evaluación basada en indicadores de rendimiento (De Miguel y Otros, 1991) que tiende a elaborar clasificaciones de centros a la evaluación interna entendida como investigación cualitativa existe una gama muy amplia de conceptos. Referirse a todos ellos con el mismo término es un modo de generar confusión.

Para entender lo que decimos cuando aquí hablamos de evaluación, señalaré sus principales características:
1. Tiene en cuenta el contexto. Es decir, analiza lo que sucede en un centro que ha tenido una historia irrepetible y tiene un
ethos cultural único. Se trata de una evaluación que parte de las peculiaridades diacrónicas y sincrónicas del Centro.
2. Está atenta a los procesos y no sólo a los resultados. Los procesos y los resultados no son excluyentes ni
necesariamente contradictorios. Pero no se basa en la medición de la efectividad o en el contraste de esos resultados numéricos con los de otros Centros. (Reynolds, 1985.)
3. Da voz a los participantes en condiciones de libertad. Tiene en cuenta la opinión de los miembros de la comunidad educativa porque son ellos los que disponen de las claves interpretativas de lo que sucede en el Centro. Son miembros de la comunidad educativa el profesorado, los padres y las madres, el alumnado y el personal no docente.
4. Usa métodos diversos y suficientemente sensibles para captar la complejidad de los fenómenos que se producen en la escuela. Métodos diversos porque cada uno de ellos ofrece unas posibilidades de captación fiel de la realidad. No siempre coincide la información obtenida en la observación directa con lo que los informantes manifiestan en una entrevista. No siempre se asemeja el contenido de los documentos programáticos con la realidad que los desarrolla. Métodos que tengan capacidad de recoger la compleja vida del Centro en la que se entremezclan motivos, expectativas, valores, intereses, conocimientos, relaciones...
5. Está atenta a los valores, no circunscribiendo su preocupación a la búsqueda de indicadores de carácter técnico. Y está
abierta avalores, no sólo en el contenido de la evaluación, sino en el mismo proceso evaluador.
6. No convierte la complejidad en simplificaciones abusivas, a través de números y estadísticas. No porque éstos no puedan ser utilizados, sino porque no deben ser el único referente que exprese una realidad tan compleja y dinámica como es la vida de la escuela. La simplificación hace más fácil la comprensión, pero también más errónea e injusta.
7. Se realiza a partir de una negociación en la que esté garantizada la defensa de los intereses de toda la comunidad y no los de grupos determinados. (Kemmis, 1988). Los intereses espurios pueden aparecer en el mismo hecho de solicitar la evaluación. De ahí la importancia de que los evaluadores externos tengan en cuenta quién solicita y por qué solicita la evaluación. Adelman (1984) insiste en la necesidad de mantener la independencia de la evaluación frente a los intereses particulares.
8. Tiene un carácter estructural, ya que se preocupa por el Centro como unidad funcional. Estavisión holística ha de tener lugar, aunque se esté evaluando algún aspecto parcial del Centro, ya que solamente se podrá comprender plenamente ese fenómeno desde las influencias de todos los demás factores.
9. Se expresa, a través de los informes, en un lenguaje accesible a los destinatarios. Ylos destinatarios son los miembros de la comunidad educativa en cuestión, pero también otros posibles lectores interesados en la calidad de los procesos educativos. En este sentido, es preciso conjugar la confidencialidad de los informes con el derecho a saber de los ciudadanos acerca de la educación (Pring, 1984).
10.Es educativa, al menos, en dos sentidos: el primero, porque se ocupa del valor educativo de la acción escolar. El
segundo, porque ella misma pretende ser educativa al impulsar el diálogo, la participación y la reflexión compartida sobre la mejora.
11.Pretende ser una plataforma de participación y diálogo sobre la enseñanza y la educación. La evaluación democrática implica a todos los estamentos y personas implicadas e interesadas y se convierte en una palestra de análisis y de discusión en busca del valor auténticamente educativo.
12.Está comprometida con la sociedad, no sólo con el centro evaluado. Con la sociedad, ya que tiene en cuenta los
intereses de quienes no pueden recibir esos bienes y de quienes los reciben de forma empobrecida.
Esta evaluación (Angulo, Contreras, Santos, 1991), que podría calificarse al mismo tiempo de externa e interna, en cuanto que intervienen agentes externos para facilitar el proceso de autorreflexión, está guiada por principios democráticos. Y desde est perspectiva, echa sus raíces en la participación de los integrantes y en su conocimiento por parte de otros sectores de la sociedad afectados o interesados por los fenómenos de la educación.
Por eso no afecta solamente al Centro que es evaluado, sino que permite generar un conocimiento sobre las escuelas y aplicar procesos de transferibilidad a otras instituciones educativas de las mismas características.

Dificultades y estrategias de superación
Amenazan este tipo de evaluación diversos factores: la rutina que impide interrogarse sobre el alcance y el significado de lo que se hace; el simplismo, que convierte en innecesarias las preguntas y en molestas las complejidades; el individualismo, que circunscribe la acción educativa a la propia disciplina y al aula; la comodidad, que elude las preocupaciones y los esfuerzos sostenidos; la aceleración, que convierte lo urgente en importante; los temores, que hacen concebir la evaluación más como una amenaza que como una ayuda; la complejidad de los procesos educativos, que hacen igualmente compleja su evaluación; la falta de experiencia en estas lides, que hace concebir como algo peligrosamente novedoso e innecesario un proceso de evaluación...
Cualquiera de estos obstáculos sería suficiente para que se silenciase la necesidad de poner en marcha estos procesos de reflexión colegiada. Cuanto más difícil de superar será la influencia de todos los factores actuando simultáneamente. De ahí la importancia de crear condiciones en los centros para que sea posible e incluso fácil demandar o tomar la iniciativa de realizar la evaluación. Las condiciones se refieren al tamaño de los centros, a la configuración de las plantillas, a los tiempos destinados a estas tareas, a la formación de los profesores para que puedan abordarlas, a la consideración académica y profesional de quienes las ponen en marcha, a la facilitación de medios para quienes toman esta iniciativa...

Es importante empezar por pequeñas experiencias, en las situaciones y condiciones reales, sin esperar los momentos y las condiciones ideales que acaso nunca lleguen. Ahora bien, la Administración debería garantizar a quienes emprendan acciones de esta naturaleza que, por lo menos, no se van a sentir perjudicados. Y se sentirán cuando la política de la formación y de la meritocracia subraye realmente la importancia de otro tipo de acciones formativas.

Si solamente se hace hincapié en el discurso teórico sobre la naturaleza de la evaluación, en la problemática metodológica que tiene aparejada, en las exigencias éticas que conlleva, se habrá conseguido, en el mejor de los casos, llevar a la convicción a los profesores de lo interesante o importante que sería llevar a cabo procesos de evaluación en los centros. No es suficiente. Es incluso peligroso.
Hemos hablado de: Educación Centro escolar Evaluación
Bibliografía
Adelman, C. (1984): Understudy. Evaluator Seeks Authors to Discuss Ethics. En Adelman, C. (Ed.): The politics and Ethics
of Evaluation. London Croom Helm.
Cardona Andújar, J. (1991): "Un nuevo modelo de evaluación de Centros educativos". En A Distancia. Madrid.
Casanova, M. A. (1992): La evaluación, garantía de la calidad del Centro Educativo. Zaragoza, Edelvives, 1992.
de Miguel, M., y Otros (1991): La evaluación de las Instituciones Universitarias. Madrid. Consejo de Universidades.
Elliott, J. (1986): "Autoevaluación, desarrollo profesional y responsabilidad". En Galton, M., y Moon, B.: Cambiar la escuela,
cambiar el currículum. Barcelona, Martínez Roca.
Esteban Frades, S., Bueno Losada, J. (1988): Claves para transformar y evaluar los Centros. Madrid. Editorial Popular.
Kemmis, S. (1986): Seven Principles for Programme Evaluation in Curriculum Development and Innovation. En House, E.R.
(Ed.): New Directions in Educational Evaluation. London. The Falmer Press.
Martín, E. (1988): "Profesión docente y autoevaluación institucional". Revista de Educación, n.º 258.
Mcdonald, R., y Roe, E. (1991): "Evaluación de los Departamentos". En DE Miguel, M. y Otros: La Evaluación de las
Instituciones Universitarias. Madrid. Consejo de Universidades.
Pring, R. (l.984): "Confidentiality and the rightto know". En Murphy, R. y Torrence, H. (1988): Evaluating Education: Issues
and Methods. London. Paul Chapman Publishing.
Reynolds, D.(Edit.) (1985): Studing School Effectiveness. London, The Falmer Press.
Sabirón Sierra, F. (1990): Evaluación de Centros Docentes. Zaragoza, Central de Ediciones.
Santos Guerra, M. A. (1988): "Patología general de la evaluación educativa". Infancia y Aprendizaje, n.º 41.
Santos Guerra, M. A. (1990): Hacer visible lo cotidiano. Teoría y práctica de la evaluación cualitativa de Centros Escolares.
Madrid, Akal. Simons, H. (1988): Getting to Know Schools in a Democracy. London, Falmer Press.
Torres Santomé, X. (1991): El currículum oculto. Madrid, Morata.

19 comentarios:

  1. Ideas que se ven favorecidas con el texto:

    La evaluación de los alumnos es el centro de los centros, es el de menor jerarquía en la acción pero el que la gana al “buscar culpables”.

    ¿Es en realidad la evaluación por sí sola una garantía de calidad? Es lo que de ella emana, lo que con ella se replantea, interviene y reevalúa.

    Una auténtica y significativa evaluación del centro integra en su planificación, ejecución y análisis de resultados para una posterior intervención, a los implicados en dicha acción. De manera contraria carece de sentido y entendimiento.

    Es indudablemente la evaluación una herramienta factible a la mejora, no una causa.

    Evaluación interna vs. Evaluación externa: es la primera la que contextualiza, la que tiene acceso a los procesos, la que hace protagonistas a los involucrados, la que favorece la objetividad… la que es educativa; mientras la segunda arroja estadística y clasifica.

    Aún después de leído el texto, me surgen, entre otras, las siguientes preguntas:

    ¿Es la evaluación institucional la panacea de la mejora educativa? ¿De verdad todos los integrantes de una comunidad educativa caben en la evaluación institucional? ¿Esta nuestra sociedad, por su cultura, lista para la auténtica evaluación institucional?

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  2. “Dos cerebros piensan mejor que uno” pero ¿qué tanto llevamos a la práctica este postulado? Así pues: frente al individualismo la colegialidad y por ende (uno de los subtítulos del texto) el diálogo, la comprensión y MEJORA.
    “El sistema vive de la evaluación”, y esperemos que nuestro éxito no se encuentre en el fracaso de alumnos, sino en la forma de como analizamos resultados y los mejoramos así como la manera de aprovechar las fortalezas y combatir los rezagos.
    Creo que debemos ver las cosas con una mirada crítica para analizar qué problemas de la institución son más urgentes y apremiantes de resolver. Esto requiere que nos centremos en qué área está inmerso ese problema: social, pedagógica, administrativa, organizativa, etc. ¡Uff! parece que esto nos conlleva a crear todo un mapa interconectado de conceptos, de causas y consecuencias, y de múltiples factores que inciden en el alto o bajo rendimiento escolar y por ende buena o mala calidad educativa. Yo pienso aquí algunas cuestiones ¿cuál puede ser el problema apremiante de resolver?, ¿al atender este problema qué consecuencias trae consigo?, ¿qué situación o factores potencializan el problema?, (Como hace alusión el texto) Ojalá en esté planteamiento no perdamos el sendero objetivo y últil, y no lleguemos a un laberinto burocrático.
    Aunque ni cómo negarlo, no hay como alguien externo para que ayude a realizar mejore analisis de evaluación.



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  3. Indudablemente es necesaria la evaluación institucional por ende ésta debe ser eficaz, provechosa, aplicada por personal competente que maneje los instrumentos adecuados y que esté interesada no sólo en las estadísticas sino en las mejoras que se pueden aplicar en las debilidades encontradas en esa evaluación y de esta manera ayudar a alcanzar ese nivel de calidad que se pretende desde hace tiempo.

    Se debe tratar de no caer en esas patologías que afectan a la evaluación y que continuamente las aplicamos quizá sin darnos cuenta. Por lo anterior destaco lo que menciona la lectura que en la evaluación se debe llevar a cabo un proceso de análisis apoyado en el DIÁLOGO, COMPRENSIÓN Y LA MEJORA.

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  4. El ser humano no esta preparado para ser evaluado.

    Pero por que este miedo?
    Quizá por que comúnmente asociamos una evaluación con lo cuantitativo y no como una forma de mejora, es común que dentro de una institución se exhiban a las personas por su evaluación ya sea positiva o negativa.

    Si adoptáramos la evaluación como un proceso de mejora, todas las personas desearíamos ser evaluadas para saber nuestras cualidades y los aspectos que debemos de mejorar. Como docentes tenemos la oportunidad de trabajar a cultura de la evaluación y así las personas al desarrollar en un futuro un trabajo no se sentirán vulnerables al ser evaluados.

    Debemos de apoyar a las instituciones evaluadoras a realizar su labor de la mejor forma posible y exigir que mejoren los tipos de evaluación para encontrar la mejora continua.

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  5. La evaluación es un elemento inherente al ser humano, siempre estamos analizando y tomando decisiones sobre qué es lo mejor para comer, vestir, etc. Es así, que este elemento también está presente en los centros educativos, pero como ya lo mencionaba Santos Guerra (1988) en las patologías de la evaluación, tenemos una idea errónea de ésta misma. Tendemos a hacer evaluación unidireccional, cuando ésta debe hacerse en todas las direcciones posibles.

    La evaluación no es sólo hacia los alumnos, sino hacia todos los agentes involucrados en la educación. La institución educativa también requiere de un análisis en donde se detecten las fortalezas y áreas de oportunidad, las necesidades, los problemas, las virtudes y bondades, pero esto no con el propósito de criticar o señalar sino con el objetivo de lograr una mejora educativa. La retroalimentación es un aspecto relevante al evaluar, puesto que ésta nos permite hacer cambios o ajustes en nuestro desenvolvimiento personal y profesional, llevándonos así a ese tan anhelado progreso educativo.

    La aceptación de la evaluación en los centros escolares depende de varios factores entre los que sobresalen el conformismo intelectual, la resistencia al cambio, la falta de humildad para aceptar sugerencias, entre otros; y éstos sólo pueden superarse en el momento en que cambiemos la idea que tenemos sobre la evaluación, ésta no es destructiva al contrario, veámosla como una herramienta de mejora.

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  6. La evaluacion vista actualmente como una plataforma para llegar a la calidad de la educacion es un tema que es controversia en la sociedad. El evaluar las instituciones y a los que conforman ésta es para la mayoría de los docentes un proceso que se tiene que realizar siempre y cuando éste apegado a la realidad de cada escuela, cosa que no se maneja de la realidad. El trabajo por competencia nos ha hecho sensibles y conscientes al momento de evaluar, Santos Guerra nos propone una evaluacion democrática que es lo que se necesita actualmente que valore y no que denigre a las insitituciones que se están evaluando, una evaluacion en la que todos estén involucrados y que agentes profesionales según el nivel sean quienes den su valoracion. Una evaluacion comprometida en bien con la sociedad.

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  7. La evaluación tiene gran importancia en el ámbito educativo, porque administradores, educadores, padres, alumnos y sociedad, se han concientizado de la importancia de la relevancia de evaluar o de ser evaluado. Para alcanzar calidad educativa se debe aprovechar los recursos, tiempo y esfuerzos.
    Los constantes cambios en la sociedad han provocado que cada vez se exija más calidad no únicamente en lo educativo sino en todas las áreas de la sociedad tan demandante, que cada vez pide se cubran sus necesidades.
    Es aquí en donde la evaluación cobra gran importancia en el ámbito educativo, pues en nuestro país se puede decir que si bien, no tenemos el apoyo necesario para elevar los porcentajes requeridos en estándares internacionales, los que estamos inmersos en el sistema educativo (administradores, educadores, padres, alumnos y sociedad) debemos conocer, investigar, aplicar, definir y proponer estrategias de evaluación que nos ayuden a fortalecer la calidad de la educación desde el rol o estatus en que me desempeño.

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  8. Los centros escolares tienen bajos su cargo una gran responsabilidad, los cuales son los alumnos que atendemos y que constantemente evaluamos para conocer su avance en los aprendizajes, sin embargo, poco o en ningún momento se evalúa a las instituciones, y que es de mucha importancia para conocer en qué grado de eficiencia se encuentra el centro escolar para llegar al éxito y ofertar una educación de calidad.
    Uno de los aspectos importantes de la evaluación es que la evaluación sea objetiva a y clara para los que están inmersas en ella y sirva esta para la retroalimentación y mejora del centro escolar, sin embargo los instrumentos que muchas veces se utilizan están totalmente descontextualizados y mal elaborados para una evaluación clara.
    Sin embargo unos aspectos a rescatar y que en poca medida se toman en cuenta es la autoevaluación o reflexión del centro escolar en el que se labora, puesto que si no existen instrumentos externos que lo evalúen, se evalué desde dentro y llevando a la reflexión a todos los actores de la institución que se ven inmersos en ella.
    El hecho de que exista una evaluación es para que la persona a cargo del grupo o la institución analice bien los resultados para proponer estrategias de mejora, pero uno de los puntos clave y deficientes de la evaluación es de que solo se utiliza por tramite o cumplir con lo encomendado y no para analizar resultados y saber en donde implementar estrategias de mejora. Es ahí en donde se encuentran los problemas de la evaluación pues si se llevara a cabo como dice en el papel sería muy constructivo para los evaluados, pero uno de los principales puntos seria saber o conocer si estamos preparados para “evaluar o ser evaluados”.

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  9. ¿Por qué la evaluación es vista como algo ambiguo?...
    considero que es el miedo a que se manipulen los resultados de la misma, aunque sabemos de antemano que es una herramienta que nos ayuda a detecctar nuestras áreas de oportunidad y por consecuencia a la mejora. Esto lo tenemos claro pues nosotros la realizamos en el aula con nuestros alumnos.
    La evaluación puede ser vista según el autor de tres formas, descendente cuando agentes externos evaluan, ascendente cuando por iniciativa propia existen procesos de evaluación y de espiral la más deseable en donde se combinan ambas partes.
    Por último creo que la evaluación nos ha acompañado desde siempre, pues todo lo que realizamos en nuestra labor docente buscamos la manera de hacerlo mejor.

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  10. No somos mejores porque criticamos a los centros escolares en sus formas de enseñanza, sus programas de estudio, sus técnicas, sino porque ofrecemos alumnos de calidad.....jajjaja en que te basas para decir eso? en una evaluación que se lleva a cabo, comparando los centros escolares, su contexto, la experiencia del docente, sus innovaciones tecnológicas, métodos de enseñanza y su organización institucional, resultados de evaluaciones externas son lo que conllevan a definir la calidad de alumnado que se mantiene en la institución. por lo cual la evaluación es un pilar para la toma de decisiones que se lleva a cabo día a día redireccionando nuestras metas u objetivos como escuela, puliendo nuestras estrategias. ¿A donde vamos?, ¿Como vamos?, ¿Donde estamos?, como docentes frente a grupo, como institución. así que las estadísticas que arrogan las evaluaciones externas como internas deberán de ser analizadas colegiadamente y aceptar las retroalimentaciones de los agentes externos.

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  11. Es importante reflexionar sobre la evaluación en los centros educativos, en verdad: ¿Qué se evalúa, a quiénes y con qué finalidad? En el texto hace referencia a que en la escuela la evaluación se ha hecho solo a partir del rendimiento de los alumnos quienes son la jerarquía más débil. La evaluación de una institución no garantiza que en ella haya calidad ya que son muchos los factores que pueden determinar tales o cuales resultados, además no debemos de dejar de ver que la evaluación siempre está dirigida por seres humanos a quienes con frecuencia se les dificulta ser objetivos.
    Se mencionan tres caminos para realizar la evaluación de un centro: Por agentes externos, por el mismo centro y la que combina ambas, que es la más deseable. Dicho de otra forma tenemos que dejar atrás e miedo a ser evaluados ya que ello nos permitirá mejorar procesos, reorganizar la tarea y por ende elevar la calidad educativa.

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  12. En los discursos en donde se abordan temas referentes a la evaluación, encontramos el hecho de la evaluación enfocada a los alumnos, pero que si bien, es importante que se retome o se reorienten los esfuerzos por formular evaluaciones, dirigidas de igual manera a las instituciones educativas, pues como la lectura nos marca es una necesidad que proviene de los interrogantes sobre la calidad de los servicios que presta (Casanova, 1922), por ende es de suma importancia el evaluar los procesos que se llevan al interior de los centros escolares, con la finalidad de medir qué tanta calidad presenta la institución, aunque los resultados en ocasiones no constituyen el único indicador de dicha calidad.
    Ahora bien, la evaluación institucional no solo debe cerrarse al hecho de que un agente externo la realice, sino que para visualizar los alcances de los objetivos que como centro escolar se plantea en cada ciclo escolar, es necesario que durante el proceso se haga una pausa para autoevaluar los logros obtenidos y así elevar las opiniones que alrededor de la institución se susciten.
    En lo particular, la lectura me pareció interesante, sobre todo el hecho de que se toque el tema de la evaluación no solo dirigida a los alumnos sino a la institución y de cómo los docentes tienen un papel preponderante en los resultados de los centros educativos, teniendo en cuenta que también de nosotros depende el alcance de la calidad en la educación.

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  13. Todos los días durante las múltiples funciones que llevamos a cabo en nuestro hogar, trabajo, diversión, etc., realizamos evaluaciones, por ejemplo, un padre y/o madre de un joven adolescente quien les pide permiso para salir a una fiesta con sus amigos, no le dan una respuesta negativa o positiva rápidamente, primero recaban información mediante cuestionamientos, ¿con quién vas?, ¿dónde es la fiesta?, ¿a qué hora…? etc., dicha información permiten la toma de una buena decisión.

    Por lo anterior sería ilógico creer que la evaluación es mala o innecesaria, aun mas en el ámbito educativo, donde se debe de evaluar no solo al alumno sino a todos los actores que intervienen en ella e incluso la misma evaluación. No olvidemos que la finalidad de la evaluación es brindar un panorama a los diversos actores del como nos encontramos, para continuar o reorientar el rumbo que nos lleve a una mejora de la calidad educativa.

    Así mismo es necesario que se creen ambientes apropiados para la participación, que permitan una evaluación participativa que valla en múltiples direcciones y con el único propósito de ser mejores.

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  14. Del presente texto me queda algo en claro: la razón de la existencia de la evaluación a los centros educativos y la vibrante realidad de que el resultado de evaluaciones externas no son el sinónimo de calidad educativa.
    la evaluación institucional surge pues de una impetuosa necesidad de valorar si son bien invertidos o no los recursos destinados hacia este rubro, y en consecuencia es responsabilidad de quienes lo conformamos el rendir cuentas de lo que se realiza y para ello se mencionan tres caminos a seguir, y de ellos coincido con el punto de vista del autor al considerar de mayor importancia el tercero, el cual nos habla de una autoevaluación, pero de una manera "mixta" es decir el explotar todas sus facetas posibles lo cual nos dará la pauta para llegar a resultados reales y contextualizados con los que será posible iniciar una serie de modificaciones necesarias.
    A manera personal me agradaría rescatar la siguiente frase: no se evalúa por evaluar, no se evalúa para producir conocimientos sobre las escuelas, la evaluación tiene conexiones con el cambio y las mejoras y sobre todo: la evaluación me permite conocer el alcance educativo de mi acción.
    Resumen: son muchos los retos y pocos los caminos a seguir, no nos abatamos por la rutina, el individualismo, la comodidad ni por los temores.

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  15. El temor a ser evaluado fundamentado en las represarías a los resultados, y peor aún por instrumentos no bien estructurados que nos muestren los resultados reales obtenidos es por lo que los integrantes de una comunidad escolar rechazan la evaluación de los centros escolares, los mismo padre de familia temen ser evaluados en su papel fundamental en la educación de sus hijo. No estamos aún preparados para la cultura de la evaluación y se tiene que trabajar en ello para poder obtener los resultados benéficos de esta, pero como no se nos da la garantía que los resultados solo servirán para las políticas de mejora, por las lucha de poderes en las cúpulas de la educación este temor no será fácilmente erradicado.
    La Reforma Educativa es un claro ejemplo de esto, ¿realmente tenemos garantía de que las evaluaciones servirán para mejorar la educación en el país?

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  16. Los docentes no somos un ente que sobrevive solo, formamos parte de una comunidad escolar que permite hacer cosas diferentes, crear, innovar, generar propuestas, identificar áreas de oportunidad, es necesario el trabajo colaborativo y no verlo como un obstáculo si no como una virtud.
    Al hablar de evaluación no solo se refiere al alumno y a la par se debe hacer una concientización de la práctica docente y el nivel de desempeño laboral.
    La evaluación como un proceso sistémico dará una clasificación de bueno o malo tanto para el alumno como para la institución misma.
    La evaluación debe justificarse y generar cambios que tengan efecto en la vida escolar y el la vida diaria.

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  17. Adoptar la cultura de la evaluación es muchísimo más que palabras en un discurso, es tener un objetivo claro de qué, cómo, para qué, cuándo se quiere evaluar y con qué instrumentos, procesos y recursos se cuenta para ello; sin embargo no basta con ello, hay otras connotaciones que se deben tomar en cuenta ya que no se trata sólo de evaluar por evaluar.
    Evaluar a los centros escolares, es una tarea de suma importancia para la mejora de los resultados en los procesos educativos de los mismos, sin embargo existe desconfianza, renuencia e incluso resistencia hacia la evaluación a los centros escolares porque permanece el sentir de que no es un proceso formativo sino de comparación, señalamiento y hostigamiento para los mismos, que no presentan objetividad en los resultados y que siempre dejan mucho que desear. Hay mucho de cierto en ese sentir sobre todo por el señalamiento que se hace con quienes tienen los resultados más bajos porque es obvio que no se trabaja con la intención de retroceder en los resultados sino con el fin de mejorar.
    Lo importante de ello radica en que los docentes, directivos o maestros frente a grupo, encontremos indicadores de mejora en los resultados de esas evaluaciones y que reflexionemos sobre la trascendencia de nuestro trabajo pero sobre todo en que modifiquemos nuestra visión acerca de la evaluación porque lo que nosotros deseamos y/o esperamos que se haga con los resultados obtenidos en las evaluaciones a nuestros centros escolares, es más o menos lo mismo que esperan nuestros alumnos que hagamos con los resultados de la evaluaciones que les realizamos a ellos.

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  18. Considero firmemente que la evaluación en las instituciones educativas en sus tres niveles de concreción es una necesidad imperante; ya que únicamente la práctica constante, sistémica y sistematizada de la misma dará pie a que dichas organizaciones cumplan de manera eficaz con su función educadora; y al mismo tiempo, rindan frutos positivos en pro de la sociedad que les confía tan delicada y ardua labor. Cabe señalar que a priori, existe una tarea aún más laboriosa a realizar. Nos referimos al hecho de concientizar a todos los agentes educativos acerca de la importancia y de los beneficios del proceso evaluativo. En este sentido, la intención es que no importando el tipo de evaluación bien sea ésta de tipo interno, externo o una integración de ambos; esta herramienta pueda ser concebida como el instrumento que nos permitirá observar la compleja realidad educativa dando pormenores de las debilidades y fortalezas que indudablemente se vinculan con el cotidiano quehacer docente a fin de reorientar el curso de éste. No obstante, es deplorable que, por razones de cultura e idiosincrasia profesional, el proceso en cuestión aún es percibido mayormente como una amenaza que pone en peligro la autonomía y el remanso que goza el cotidiano trabajo dentro de las organizaciones encargadas de la formación de los niños y los jóvenes en México. Por lo anterior, considero que es en esta cuestión donde hay que sumar esfuerzos y establecer estrategias para poder modificar la percepción que muchos profesionales de la educación hoy en día tienen sobre la evaluación, eliminando así la paradoja de pretender formar personas competentes cerrando las puertas a elementos esenciales e inherentes al proceso evaluador tales como: la crítica constructiva, la reflexión, la retroalimentación y por supuesto la mejora.

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  19. La evaluación tiene gran importancia en el ámbito educativo, porque administradores, educadores, padres, alumnos y sociedad, se han concientizado de la importancia de la relevancia de evaluar o de ser evaluado. Para alcanzar calidad educativa se debe aprovechar los recursos, tiempo y esfuerzos. La evaluación tiene gran importancia en el ámbito educativo, porque administradores, educadores, padres, alumnos y sociedad, se han concientizado de la importancia de la relevancia de evaluar o de ser evaluado. Para alcanzar calidad educativa se debe aprovechar los recursos, tiempo y esfuerzos.
    La "cultura de la evaluación" que no se limita a la escuela sino que se extiende al resto de las actividades sociales. En nuestro país, la ampliación del ámbito de la evaluación los resultados y procesos del aprendizaje de los alumnos, currículo (en sus distintos niveles de concreción), la práctica docente, los centros, el sistema educativo en su conjunto, etc. ha delineado escenarios para las prácticas evaluativas, que se han desarrollado a todos los niveles de manera muy importante.
    Es aquí en donde la evaluación cobra gran importancia en el ámbito educativo, pues en nuestro país se puede decir que si bien, no tenemos el apoyo necesario para elevar los porcentajes requeridos en estándares internacionales, los que estamos inmersos en el sistema educativo (administradores, educadores, padres, alumnos y sociedad) debemos conocer, investigar, aplicar, definir y proponer estrategias de evaluación que nos ayuden a fortalecer la calidad de la educación desde el rol o estatus en que me desempeño.

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